A diferencia de otro tipo de bibliotecas, tan variadas y heterogéneas, las bibliotecas universitarias comparten un mismo modelo de biblioteca y un mismo objetivo: facilitar todos los recursos posibles al estudiante en su trabajo y sus estudios. Con este objetivo, las bibliotecas universitarias siempre han intentado mejorar sus servicios, intentando hacerlos más accesibles para el estudiante. Pero lo que hasta el momento se ha limitado a incrementar el número de manuales y monografías, adquirir más publicaciones científicas o ir progresivamente facilitando el acceso de las nuevas tecnologías al estudiante, en los últimos años se está produciendo un cambio cualitativo y cuantitativo en este aumento.
Se trata de los nuevos CRAI: Centros de Recursos para el Aprendizaje a la Investigación, que básicamente consiste en reunir en un solo lugar todo lo necesario para que el usuario pueda trabajar todo tipo de formato. Esto quiere decir que el estudiante podrá disponer en el mismo lugar de una biblioteca tradicionalmente entendida, de un laboratorio de idiomas, de un departamento de impresión, de un departamento pedagógico, y de recursos audiovisuales y multimedia para trabajar con ellos. En definitiva una convergencia de recursos y servicios para que el estudiante disponga de TODO lo que necesite.
Esta idea tan novedosa y ventajosa presenta una serie de problemas o planteamientos que hay que tener en cuenta. En primer lugar, la idea tan revolucionaria que esto supone, pues supone cambiar la imagen de biblioteca radicalmente; y en segundo lugar, el plantearnos hasta que punto se considera biblioteca a este tipo de centros. Bien es verdad que su fin último, al igual que el de las bibliotecas, es facilitar el acceso a la información de todo tipo al usuario pero, la cuestión que yo os planteo es: ¿Son estas las bibliotecas del futuro? ¿Deberemos dejar de llamarlas bibliotecas? Ahí os lo dejo.
Se trata de los nuevos CRAI: Centros de Recursos para el Aprendizaje a la Investigación, que básicamente consiste en reunir en un solo lugar todo lo necesario para que el usuario pueda trabajar todo tipo de formato. Esto quiere decir que el estudiante podrá disponer en el mismo lugar de una biblioteca tradicionalmente entendida, de un laboratorio de idiomas, de un departamento de impresión, de un departamento pedagógico, y de recursos audiovisuales y multimedia para trabajar con ellos. En definitiva una convergencia de recursos y servicios para que el estudiante disponga de TODO lo que necesite.
Esta idea tan novedosa y ventajosa presenta una serie de problemas o planteamientos que hay que tener en cuenta. En primer lugar, la idea tan revolucionaria que esto supone, pues supone cambiar la imagen de biblioteca radicalmente; y en segundo lugar, el plantearnos hasta que punto se considera biblioteca a este tipo de centros. Bien es verdad que su fin último, al igual que el de las bibliotecas, es facilitar el acceso a la información de todo tipo al usuario pero, la cuestión que yo os planteo es: ¿Son estas las bibliotecas del futuro? ¿Deberemos dejar de llamarlas bibliotecas? Ahí os lo dejo.
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